Eclipse de Sol el Leo, el Retorno del Rey

 

 

Cierra los ojos. Siente el centro de tu pecho. Si te tomas tiempo y pones atención escucharás un latido. El latido de tu corazón. Él sabe. Tiene certeza. Si le sigues llegarás al lugar que te corresponde. A tu reino. A tu trono.

De eso va este eclipse parcial de Sol en el signo de Leo. De palpitar de nuevo.

Todos necesitamos la mirada y el reconocimiento del otro. Si lo niegas, te mientes. No somos tan autosuficientes. Pero  es bien cierto que esa mirada no llega a no ser que primero te mires a tí mismo.

Ponte frente al espejo. Yo lo recomiendo mucho en mis sesiones. Es un antiguo truco de Louise L.Hay que funciona de forma impresionante. Mírate a los ojos en ese espejo, directamente a los ojos, y dile a esa imagen invertida que te refleja, lo mucho que la amas. Reconócela, admírala, hónrala por todo el camino que ha sido capaz de hacer para llegar hasta aquí.. Es tu héroe, tu heroína. No se trata de narcisismo. Verás que no es tan fácil si lo haces sinceramente y desde el corazón…

Esa es la esencia leonina. La valentía de Ser. La autenticidad. La capacidad de brillar no para sobresalir ni para buscar el aplauso. Simplemente para mostrarse tal cual uno es. Para dar lo mejor de tí mismo y permitir que eso sea visible. Sin ninguna otra pretensión que la de donar generosamente tu propia luz.

El Sol, rey de nuestro sistema, no espera ningún reconocimiento. Sale cada día, da su luz, nos da la vida, nos alimenta. Lo hace porqué puede. Porqué es su misión. No espera ningún aplauso.

El hombre lo ha idolatrado desde el principio de los días. Sus mil nombres así lo muestran. Ra. Ahau. Inti. Helios…  Siempre hemos adorado a nuestra estrella, a la fuente de la Vida. El no retrocede nunca. Estará disponible hasta que su luz se extinga algún día y nosotros con él.

Pero luego los humano tendemos a adorar ese brillo en otros y a esperar también que sean los demás quienes reconozcan el nuestro.

Sin embargo ahí, en el fondo de tu pecho existe un Sol interior. Porqué lo que es afuera es adentro. Siempre es así. Y cada uno de nosotros puede conectar con ese latido que nos recuerda que estamos hechos a imagen y semejanza de las estrellas.  Todos tenemos esa capacidad de brillar y de iluminar a nuestro alrededor.

Este eclipse y su luna nueva nos invita a apagar y a encender de nuevo nuestra luz. Una luz nueva. Para que brille con más fuerza. Para que todos podamos encontrar nuestro trono y nuestro reino. Está ahí dentro, en la cueva de tu corazón esperando a que tu lo actives.

Atrévete a dejarlo brillar. Siente que es lo que le hace palpitar de verdad. Lo que te emociona, lo que te divierte, lo que te permite volver a ser un niño que juega y admira la vida con ojos de entusiasmo y fascinación. En algún lugar quizás se perdió ese niño. Y ahora toca rescatarlo y darle tu atención. Para que no la demande afuera. Para que te brinde toda su creatividad.

En este viaje del héroe que todos recorremos olvidamos a veces que lo importante no es la meta, sino recorrer ese camino siguiendo el latido. Ese latido que nos recuerda que estamos vivos, que nuestro viaje es único e individual y nadie puede hacerlo por nosotros. Que no hay más jerarquía que seguir el mandato del corazón. Él es quien realmente debe gobernar por encima de nuestra mente y de nuestros miedos.  Él es quien debe guiar nuestros pasos.

Sólo siguiendo ese latido podremos sentir algún día nuestro propio retorno al centro. Nuestro propio retorno al reinado del corazón. El Retorno del Rey.

 

 

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