
‘No necesito pensar, necesito sentir’. Dice la luna en Piscis.
Permitirse sentir no es tan fácil en un mundo en que la razón está sobrevalorada. Todo necesita un ‘porqué’. Racionalizar, explicar, entender, argumentar… Aunque pocos se preguntan ‘para qué’. La respuesta sería mucho más interesante y enriquecedora.
Lo cierto es que no siempre es posible encontrar respuestas. De hecho, el gran misterio de la Vida consiste en no entenderla. En no pretender controlarlo todo, explicarlo todo.
Virgo rige esa parte nuestra racional que necesita clasificar y etiquetar cada hecho. Poner orden. Darle sentido a las cosas. Y claro que es necesario. Pero lo es tanto como el permitirse un cierto grado de locura, de idealización, de sueños, de emociones, de dejar fluir, de sentir cuando es el momento de sólo sentir… Este es el eje Virgo-Piscis.
Decía Calderón de la Barca que ‘la vida es un sueño, y los sueños, sueños son’. Y ¿Qué sería la Vida sin ellos ? Una desierto de monotonía y hastío.
La razón está sobrevalorada. Vivimos en la Dictadura del intelecto. Dicen que ‘el saber no ocupa lugar’. Pero no estoy de acuerdo. Claro que lo ocupa, y mucho. Tenemos la mente tan llena de información que apenas nos permitimos sentir quienes somos, qué queremos o con qué soñamos. Ser un soñador también está mal visto en una sociedad que idolatra la materia con devoción religiosa. El Dios dinero ha sustituido a todos los demás. Olvidando a cada instante que primero fué la energía, y no al revés. El Orígen de cualquier cosa creada, materializada, está antes en el éter, en el sueño que la ideó, en la fuerza que eso generó para actuar y finalmente hacerlo ‘real’. Es gracias a los soñadores que llegamos mucho más lejos.
Eduardo Galeano nos explicaba que la Utopía sirve ‘para caminar’. Un sueño que representa a ese horizonte inalcanzable, que nos invita a ir más allá aunque no le alcancemos nunca. Pero sin ella, sin lo irreal, lo no-creado, no saldríamos del desierto. No seríamos más que esfinges inmóviles.
Recuerdo un momento clave en mi vida en el que decidí abandonar lo que entonces era mi trabajo, un trabajo muy virginiano (como corresponde a mi ascendente) para iniciar un camino completamente desconocido. Una auténtica travesía. Un salto al vacío. Guiada exclusivamente por lo que sentía que debía hacer en ese momento. Nadie con ‘sentido común’ y dos hijos menores hubiera escogido esa senda.
Quien entonces era Jefe de personal de la empresa me dijo ‘no pierdas el sentido de la realidad’. Siempre recordaré ese momento. Y recuerdo que dándole las gracias, le respondí ‘quizás mi realidad no sea la tuya’. Cuántas veces he agradecido ‘perder ese sentido de su realidad!. Yo creé la mía gracias a atreverme a seguir a mi corazón en lugar de a la razón. Algunos debieron pensar que estaba loca. ‘Pobrecita, con tanto dolor, se le ha ido la olla…’ Hoy puedo decir que siguiendo esa locura y atendiendo a mi dolor sin importarme un bledo el juicio de los demás, encontré mi propósito.
Y sigo soñando cada día, como cantaba Lennon en su legendaria Imagine ‘I am a dreamer’. Porqué cuando te permites sentir, eres mucho más humano. Cuando puedes racionalizarlo también. Pero cuando la luna llena está en Piscis te darás cuenta que no necesitamos pensar tanto. Necesitamos sentir!. Dejarnos fluir, dejar diluir los condicionamientos mentales, las barreras que nosotros mismos nos ponemos haciéndonos pequeños e invisibles, limitando nuestros sueños y nuestra capacidad de creer, de confiar y de amar. Especialmente de Amar.
Esta Luna llena nos remite a Júpiter y Neptuno, los dos regentes piscianos, Neptuno todavía retrógrado, Júpiter en Escorpio. Es decir, nos remiten hacia dentro y hacia atrás, como una espiral levógira… Júpiter buceando e iluminando esas cuevas donde guardamos memorias emocionales que pueden ser muy dolorosas y sombrías, pero que sólo sacándolas a la luz podremos por fin soltarlas.
Mientras, Neptuno en su trono pisciano despliega sus mil velos de confusión y anestesia. ‘No se si siento lo que siento o siento lo que sienten otros’. Y esa compasión infinita, esa capacidad de amar incondicionalmente que a veces podemos sentir hacia los demás pero raramente hacia nosotros mismos… así que acabamos cayendo en un victimismo estéril.
Y entre ambos nos dicen que el juego va sobretodo de reconocer nuestro Ser interior, nuestras propias emociones más allá de lo que ocurre afuera. De conectar con ese océano íntimo, con el Todo que está dentro de nuestro micro-universo, con el Ser Original que vive escondido tras nuestro paradigma mental y nuestras heridas biográficas. No podemos entenderlo todo, pero sí podemos sentirlo.
Piscis también nos habla de finales, de disolución. De reconocer el dolor humano y a la vez ser capaz de entender que todo tiene un propósito, y que todo se termina en algún momento, que la salvación del mundo pasa primero por salvarnos a nosotros mismos de nuestras propias heridas.
El Sol virginiano nos ayuda a entender pero sobretodo a sanar. Que nadie olvide que Virgo representa la máxima pureza y la sanación. Sublimar el arquetipo Virgo es superar la crítica excesiva para sencillamente ser útil y solucionar lo estropeado. Las heridas propias antes que nada. Para volver a la virginidad del alma, al orígen. Y es allí dónde se encuentra con Piscis. Sol y Luna en realidad nos piden esta vez que re-conectemos con nuestro Ser ‘original’. Sin criticarnos ni juzgarnos. Solo aceptando quien somos para poder amarnos incondicionalmente. Y cuando llegue el momento, poder saltar al vacío.
Convertir el juicio virginiano en Pureza y el victimismo pisciano en Amor es la gran oportunidad que nos da esta Luna llena.
‘El corazón actúa por razones que la razón nunca entenderá’. Sócrates