
Entonces Leví tomó la palabra y dijo: “Pedro, siempre fuiste impulsivo. Ahora te veo arremetiendo contra una mujer como hacen nuestros adversarios. Sin embargo, si el Salvador la hizo digna, ¿quién eres tú para rechazarla? Bien cierto es que el Salvador la conoce perfectamente; por esto la amó más que a nosotros. Más bien, arrepintámonos y revistámonos del Hombre Perfecto en su totalidad. Dejémosle arraigar en nosotros y crecer como Él nos lo pidió. Partamos y prediquemos el Evangelio, sin establecer otros preceptos ni otras leyes fuera de aquellas de las que Él fue testigo”.
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Este fragmento extraído del Evangelio encontrado en el Mar Muerto en 1896 cuenta una historia distinta acerca de quien era y qué papel tenía Maria Magdalena. Pero no ha sido hasta 2017 que la Iglesia ‘oficial’ ha restituido, sin demasiado revuelo, esta figura femenina sagrada.
Maria de Magdala expresa muy bien no solo las características virginianas sino especialmente la historia de exclusión y maltrato que este arquetipo ha estado expresando durante siglos. Y aprovechando que mañana entra el Sol en Virgo, y que Venus y Marte ya se encuentran allí, es tiempo de restituir su lugar en el inconsciente colectivo.
Virgo nos habla de la Tierra. De la pureza. Del orden y la reparación. Y especialmente de la Sanación. No hace falta más que ver el estado del planeta, de como el patriarcado lo está devastando… La falta de conexión con Gaia, con lo femenino, es insostenible. Por eso es tan importante restituir esta energía.
Virgo se expresa como el crítico, el segundo de a bordo, el servicio (por cierto, servicio no es servilismo), el que se oculta para brillar, y a menudo comprobamos que al Sistema le viene de maravilla que este arquetipo vibre en su versión más baja. Muchas personas con este ascendente, entre las que me incluyo, han vivido muchas dificultades para alcanzar cualquier meta. Puede arraigarse un cierto conformismo con la vida que al patriarcado le viene de perlas.
Como si solamente hacer de ‘hormiga’ fuera el camino para avanzar. Virgo ha estado excluido porqué expresa el sagrado femenino. La capacidad de conectar con la Tierra, de Amar, de curar con plantas, de cuidar y reparar, la intuición y la pureza. El concepto de Virgen no es un concepto ético-moral, sino una energía sagrada. Es la Sacerdotisa, la Iniciada. Ella en sí misma es el Santo Grial. El Sagrado Femenino es el Santo Grial.
Sólo así tiene sentido el eje Piscis-Virgo. Si Piscis está representado por el arquetipo de Jesús (más allá de las creencias religiosas) en tanto hombre sagrado y divino, su ‘elegida’, su compañera no puede ser menos. Pero al Patriarcado no le interesó que fuera una mujer quien siguiera con el legado, y ella tuvo que huir, perseguida y amenazada, mientras la ‘historia’ oficial nos contaba una película sobre una pobre prostituta salvada del infierno… Ella, que descendía de nobles y que tuvo la osadía de enfrentarse al patriarcado. Su maltrato es el maltrato que todavía hoy sigue instalado en el sistema contra lo femenino.
Y en eso estamos todavía, con las manadas dispuestas a seguir violando y con un sistema que muestra un desprecio absoluto hacia la Tierra. El movimiento ecologista es también virginiano.
Encontramos distintas expresiones en otras culturas que explican historias afines a la de María de Magdala. Como la de Isis hija del Cielo y la Tierra, la Diosa de los mil nombres, que también quedaría viuda de su esposo Osiris. La viudedad de ambas las convierte en luchadoras por la restitución del legado. En eso también, nos encontramos algunas.
Hay teorías que afirman que todas las vírgenes negras del cristianismo representan el culto clandestino a Maria Magdalena. Como nuestra Montserrat ‘la Moreneta’, y son frecuentes en el Sur de Francia, donde se dice que ella llegó a refugiarse y cuyo legado fue seguido por el movimiento Cátaro: ‘Les Bonhommes’. Hombres y mujeres actuando en pareja ofrecían sacerdocio, sanación y ayuda a todo el que lo necesitaba. Emulando de forma mucho más pura las figuras de Jeshua y María de Magdala.
Como no podía ser de otra forma, este movimiento que no reconocía a la autoridad eclesiástica patriarcal, se acabó en un exterminio sangriento y doloroso. Todos fueron quemados por orden de la Iglesia oficial.
La Virgen pintada de negro era la forma de diferenciarla del único modelo femenino que sí había sido aceptado en el sistema. El de la Virgen-Madre. Es decir, el patriarcado asimila el arquetipo de la Madre abnegada, sufridora, doliente, consoladora. Pero no puede admitir de ninguna forma el femenino igual. La Diosa empoderada.
Hay Dios pero no Diosa. El principio es masculino, y lo femenino se somete. Este paradigma lleva vibrando en el inconsciente colectivo de nuestra cultura judeo-cristiana durante más de 2000 años. Y así nos luce.
Restaurar la grandeza de Virgo es restaurar nuestra capacidad de conectar con ese sagrado femenino y darle su lugar. ‘ Así en el Cielo como en la Tierra’. Servir con amor a los demás. Insisto, servicio no es servilismo. Todo lo contrario, es restaurar el poder femenino de la sanación y de la conexión con lo divino que existe en cada planta, en cada árbol, en cada animal, en cada ser humano.
Virgo en la rueda simboliza a la vez la Salud y el Trabajo. No es casual. Cuántas personas pierden la salud precisamente por someterse al sistema hasta tal punto de dejar de ser ellas mismas…. Sanar y servir desde nuestra pureza, desde nuestro auténtico Ser es un aprendizaje pendiente para la humanidad.
El Espíritu está también en la materia, en el cuerpo, y no solamente en lo etérico.
Restaurar la capacidad femenina de nutrir, empatizar, cuidar, intuir… El mundo sería un lugar mucho mejor. Y el tiempo se nos acaba.
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