Cáncer-Capricornio es el eje Madre/Padre. Sostener y ser sostenido. El niño y el adulto. Cuna y cúspide. Esta imagen muestra a Jesús sosteniendo a su madre, la Virgen María, tras su muerte.
La Luna en Cáncer siente la máxima vulnerabilidad. Necesita conectar con sus raíces, con su orígen, con su prodecendia. Necesita Pertenecer.
En el cielo de esta lunación tenemos a ese niño/a vulnerable, conectado al útero materno, a lo sensible y femenino que levanta la mirada y enfrente emerge ante sus ojos todo el stellium que se encuentra en Capricornio. Su eje opuesto.
Imaginad un niño que de repente alza la mirada y ve frente a él a todos sus ancestros: al Padre (Sol), a los abuelos, bisabuelos, tatarabuelos (Saturno y Plutón), a sus hermanos (Mercurio)… Y escucha una voz que le dice ‘tu también perteneces, eres uno de los nuestros’. Conmovedor y hermoso.
Ese movimiento que vemos a menudo en las Constelaciones familiares y que siempre es sanador y reparador. Que nos recuerda que a pesar de las luchas y los conflictos (Marte en Sagitario), somos quien somos gracias a todos ellos. A los que vinieron antes, lo hicieran mejor o peor, forman parte de nuestro adn y les debemos la Vida.
Y eso viene a recordarnos Júpiter en Capricornio. Todos somos hijos de la Madre Tierra y del Padre Cielo. Por tanto, todos somos hermanos a otro nivel. Y aunque discrepemos y nos enfrentemos sobre la forma en que vemos la vida (Marte en Sagitario), hay una jerarquía superior a nuestros pequeños egos que celebra cuándo nos esforzamos por incluir a todos y cada uno. de nosotros.
Alza la vista y reconoce tu parte divina y trascendente. Júpiter nos conecta con el ‘Padre celeste’. Con Dios. Con la Gracia de la creación. Un Dios al que puedes llamar Fuente, Campo cuántico, o que puede ser el Dios de Spinoza. Para mí en particular y en este momento preciso de mi vida, Jesús es el símbolo que me acerca a esa divinidad y me recuerda que soy ‘hija del Padre’. Así es como me siento incluida en la totalidad, como siento que pertenezco.
El Eclipse de Luna nos dice que tenemos la oportunidad de re-nacer, de volver a conectar con ese parto que dio origen a nuestra vida. Con nuestros orígenes y con nuestra capacidad de crecer y hacernos adultos. Es un ‘re-birthing’ para re-construirnos de nuevo. Con una nueva mirada, amplia e inclusiva, bendecidos con un nuevo bautizo.
Una oportunidad también para tomar las riendas, para hacernos responsables de nuestras vidas. Eso nos dice el stellium en Capricornio. Ya deja de buscar la mirada de mamá y papá. Sé quien has venido a ser. Nace de nuevo honrando quien ya eres.
Cuando nos enfadamos con el padre/madre terrenal (muchos lo hemos experimentado en la vida), lo hacemos también inconscientemente con la creación, con Dios, y nos negamos a nosotros mismos ese derecho de pertenencia a una parte más trascendente. Sin ella, somos solo mamíferos. Vivimos como tal, sobrevivimos sin plenitud, y tarde o temprano, caemos en crisis. Nada fluye adecuadamente en nuestra vida.
Esta luna llena puede poner en jaque temas familiares, pero también colectivas. Cáncer nutre, cuida y protege. Capricornio dirige, contempla y comanda.
El mundo nos pide a gritos que re-evaluemos la forma patriarcal excesivamente capricorniana de dirigir sin incluir la energía del cuidado canceriano. La familia humana necesita también padre y madre. Dirección y empatía. Si falta alguna de ellas, vamos a la deriva, al caos. Pero para que eso ocurra, somos cada uno de nosotros individualmente quienes estamos llamados a hacer ese proceso interno. A crecer y convertirnos en madre y padre de nosotros mismos. A cuidarnos y a responsabilizarnos de nuestras vidas.
Son tiempos de re-construcción, de nosotros mismos y del colectivo. Este eclipse hará caer todavía más velos. El 2020 no nos permitirá que todo continúe como si nada.
En lo personal, el lugar de tu carta ocupado por ese eje cáncer/capricornio será el que se mobilice.
Astrologia Consciente 