
Acuario es un signo de ruptura con el pasado. Su misión es crear un futuro nuevo y equitativo. Fraternal y sostenible. Porta el fuego de los Dioses para los hombres. Es decir, la sabiduría celestial que va más allá del deseo personal y egoico.
Esta luna nueva nos invita a dejar atrás los límites haciéndonos además responsables de ese salto al vacío. Por algo Saturno también rige este signo junto a Urano. Padre e hijo.
Un hijo que en la mitología castra a su padre. Urano retenía a sus hijos en el seno de su esposa Gea (la Tierra), que finalmente urdió un plan para que su hijo menor, Saturno lo castrara arrojando sus genitales al mar. De su espuma, nació Afrodita (Venus).
La mitología nos da claves a menudo sobre el sentido de cada arquetipo. Esa vinculación de Urano y la energía acuariana con la Tierra es mucho más relevante de lo que en principio parece.
Y esta lunación se produce precisamente con Urano en Tauro, un signo de tierra vinculado a Venus. Así que lo primero que me viene es conectar con nuestra auténtica feminidad. Una nueva y antigua al mismo tiempo. No hay nada más revolucionario que reivindicar la sensibilidad y la empatía.
Lo que llamamos sagrado femenino, y que en realidad no es más que reconocer nuestra vulnerabilidad desde la grandeza. Que no es ni victimismo ni rabia.
Es una fortaleza distinta a la masculina. Una capacidad de sostener y autosostenernos emocionalmente. La misma que nos hace parir o amamantar un bebé pero también abrazar a una hermana cuándo está llena de dolor para decirle: ‘estoy aquí, yo también pasé por eso, te entiendo’. En lugar de pretender que somos fuertes y autosuficientes, que no necesitamos a nada ni a nadie. Eso no es sostener. Eso es fingir y autoengañarnos.
Y con tanta energía en Capricornio, es fácil caer en esa tentación. La de fingir que podemos con todo cuándo nos estamos derrumbando. Y mientras seguimos ese patrón, es imposible crear, parir, nada interesante.
Así que quizás esta lunación va de soltar la máscara de fortaleza que escondemos porqué en realidad somos todos vulnerables. Y para que tomemos conciencia, la naturaleza nos lo muestra.
Urano en Tauro activado con la entrada del Sol en Acuario, nos deja una tempestad que arrasa la costa de mi tierra. Me encantó escuchar un biólogo experto diciendo que ahora tenemos que esperar ‘que el mar y la tierra negocien la nueva costa’. Que no intervengamos a lo loco, que ellos son los que saben como re-colocarse. Y que nosotros lo mejor que podemos hacer, a parte de tomar conciencia por supuesto, es actuar cuando esa negociación haya terminado.
Esa lección de humildad que nos recuerda a los humanos, que hay una mente superior, la mente de Dios que para mí representa Urano, que es quien realmente posee la sabiduría. El fuego de los Dioses de Prometeo.
Si nos dejamos inspirar por ese rayo, podemos liberarnos de muchas cargas. Podemos comprender que crear es un acto de co-creación. Más allá del ego y de lo individual. Inventarnos, re inventar esta sociedad carcomida requiere una visión de futuro, soluciones que como decía Einstein, no se pueden elaborar desde el mismo plano en el que se han creado.
Trascender el peso capricorniano anclado a las estructuras antiguas y anticuadas, sólidas y rígidas que caen por todas partes. En lo social, en lo judicial y en lo terrenal.
No hay dique que resista la embestida de un mar enfurecido. No hay máscara que resista al rayo uraniano.
Marte en Sagitario y Venus en Piscis, los amantes cósmicos nos dicen que es posible luchar por un deseo colectivo pero cuidado con caer en fantasías. Porqué nos toca reinventarnos tocando con los pies en el suelo.
Volar, liberarse, re-inventarse… sabiendo que no somos nosotros quienes hacemos el cambio, sino que el cambio sucede a través nuestro. La Vida se despliega con nosotros o a pesar nuestro. Esa es la elección.