
A menudo, cuando las cosas se atascan en la vida, escuchamos esa frase tan recurrente del ‘dejar fluir’. Esa es la propuesta de esta luna llena pisciana.
Abandonar el control, las resistencias, la ilusión de que llevamos las riendas de nuestra vida…
Vendría a ser como si el río se creyera que puede optar por seguir uno u otro camino cuando en realidad todos le van a llevar al mar. El final y el orígen de todo es exactamente el mismo punto…
Mientras tanto, sí podemos entretenernos en una u otra roca, en cierta ladera de la montaña, en construir un lago, o precipitarnos por la catarata. Ahí tenemos diversas opciones que nos dan una sensación de control.
Virgo, su opuesto, sería ese entramado terreno que persiste en mantener el orden. Un orden surgido del caos. Y necesitamos, como siempre, el equilibrio entre ambos.
Entre el orden y el caos, entre la constancia y el abandono, entre el trabajo y la fé, entre lo práctico y lo místico.
La alquimia de encontrar el equilibrio nos acerca a la fuente de la creación, nos recuerda que somos tan divinos como humanos, tan perfectos como imperfectos. Tan incrédulos como creyentes.
Una luna llena en Piscis nos puede llevar al mismo tiempo a finales y a principios. Porqué todo es posible.
Desde caer en el mayor desengaño, ver acabar un sueño, un ciclo, una ilusión… Y al mismo tiempo inspirarse de nuevo, imaginar un nuevo resultado, sentir que algo mágico está por llegar.
Pero si algo viene a enseñarnos es que somos muy pequeños ante la grandeza del Todo. No hace falta más que mirar ese volcán en erupción ahora mismo en la isla de La Palma para darnos cuenta de que no sólo no tenemos el control, sino que somos insignificantes ante las fuerzas implacables que nos trascienden.
Redención. Entrega. Compasión. Podrías ser tu o yo quien estuviera viendo su casa arder. Eso sí es Universal. El sufrimiento humano y la aceptación de que nada puede evitarlo.
Esta luna llena se da cerquita de Neptuno, 7 grados es suficiente para hacerse notar cuando se trata de uno de los Dioses del cambio. Así que es una lunación muy pisciana, por tanto, muy profunda y trascendente.
Dejarse impregnar por esa nebulosa sagrada que nos eleva es lo único que trae consuelo. Permitirse abrir los brazos y el corazón a Dios, a la fuente, al orígen… Cada cúal con sus creencias. O sencillamente a lo universal.
Júpiter, co-regente de Piscis, sigue su trayecto en Acuario. Expandiendo deseo de libertad pero también excesos ideológicos que asustan un poco. Exaltaciones del nazismo, la llegada de los talibanes. Cómo siempre el arquetipo muestra diversas manifestaciones de la fórmula. Y luego cada sociedad/colectivo decide qué hacer con ello. El río puede construir un lago o una catarata…
Marte en Libra está más que incómodo… y además opuesto a Quirón en Aries, como si cualquier acción destinada a la diplomacia en realidad sólo hace que destapar más y más las profundas heridas no resueltas.
Y Venus en Escorpio recibe la oposición de Urano en Tauro y además la cuadratura de Saturno en Acuario. Liberar el dolor del femenino maltratado y excluido. Aquí vemos también representado eso a través del volcán en erupción. Gaia, la Pachamama, sangra a través de su lava y nos recuerda a todos quien tiene el verdadero poder sobre nuestra existencia y supervivencia.
Así que ambos amantes cósmicos y representantes de nuestra energía femenina y masculina, de nuestra parte relacional e individual, están bastante ocupados…
Cómo siempre, las zonas Piscis-Virgo de tu carta serán las que reciban la influencia de esta lunación.
Si todos los ríos llevan al mar, que seamos capaces de disfrutar el recorrido, de encauzarlo bien, para que podamos desembocar suave y dulcemente.
Como dice la frase ‘al final todo saldrá bien, y sino sale bien es que no es el final’
#astrología, #astrologíaconsciente #lunallenaenpiscis #lunallena #piscisvirgo #cartanatal