
Estamos en el eje Sagitario-Géminis, un eje que nos remite al sistema de creencias.
Si Géminis es especialista en plantear preguntas, Sagitario se encarga de buscar las respuestas que Géminis va a cuestionar.
Porqué las respuestas no siempre son las que nos gustaría encontrar. A menudo pueden resultar incómodas y difíciles de aceptar.
Lo que para nosotros es una verdad absoluta, para el otro puede ser una falacia. Y de ahí nace un conflicto que en esta lunación se ve alimentado por la presencia de Marte junto a la luna llena.
También los regentes respectivos, Mercurio y Júpiter, se encuentran en cuadratura, incomodándose entre sí.
Mercurio retrógrado en Capricornio busca respuestas prácticas y consistentes que nos permitan encontrar la forma de sostenernos económicamente, mostrando quizás conflictos que creíamos resueltos. Mientras que Júpiter en el grado 29 de Piscis, llamado también la ‘brecha cósmica’, nos invita a conectarnos con algo superior. Con el misticismo, el sueño que anhelamos, la Fé que mueve montañas.
Sin Fé, sin nuestra capacidad de ir más allá de lo tangible, nos convertimos en meros mamíferos sin alma.
La T-cuadrada que se forma en esta luna llena desemboca en Juno en Piscis. Nuestro compromiso. Cuántos ‘debo’ podemos dejar ir. Cuánto postureo, máscaras, quedabienes… Cómo si el cielo nos retara a ‘casarnos’ de una vez por todas con la Divinidad, con Dios, con la Fuente de la que emana Todo. Con nuestro espíritu.
Y sin embargo, seguimos dudando y preguntándonos cada día las mismas cosas, como el hámster en la rueda de la que no consigue salir.
No se puede explicar lo intangible que reside en Piscis. Sólo se puede sentir. Y eso incomoda tanto a Géminis como a Sagitario. Sino lo puedo explicar, no lo puedo integrar.
Así que ahí tenemos el reto. Cuestionar es necesario, buscar respuestas, también. Pero al final sólo desde el corazón encontramos el camino correcto. Sea cúal sea.
También Venus cercana a Mercurio, está en cuadratura a Júpiter, regente del Sol sagitariano. Invitándonos a conectar con la espiritualidad desde lo femenino y quizás a soltar de una vez ciertas creencias limitantes al respecto.
No es casual que la luna llena se produzca el 8 de Diciembre, la ‘Inmaculada Concepción’. Una fiesta eminentemente femenina y sagrada que nos remite a la parte más pura y trascendente de todas nosotras. Recuperar nuestra Madre/Diosa sin moralismos, libres de despecho y estigmas.
Sagradas como la propia Vida, como la misma Concepción. Con nuestra capacidad de entrega, de compasión y cuidado, primero hacia nosotras mismas y desde ahí, hacia el mundo.
Todas somos María y María Magdalena. Todas somos sagradas y Ceres desde Virgo nos lo recuerda. Así que ir más allá del Dogma, de lo que el Patriarcado nos ha dicho que somos, sin renunciar a Dios, es otra de las propuestas de esta luna llena.
Géminis tiende a des-dramatizar, a proponernos la vida como un juego. Un juego en el que podemos también divertirnos, Un juego al que puede sumarse con facilidad Sagitario. Conectar con la Alegría no implica renunciar a la trascendencia. Más bien todo lo contrario…. Sin Alegría no hay auténtica espiritualidad.
La Alegría sagitariana emana de la promesa de un encuentro. La estrella a la que apunta su flecha anuncia lo que está próximo a suceder: el nacimiento de una nueva luz, la del Maestro que marca el solsticio de invierno capricorniano.
Y para el encuentro de esa luz, caminamos primero hacia la máxima oscuridad.
Géminis se cuestiona el camino y coquetea con todas las posibilidades, como un niño experimentando y cambiando las reglas del juego. En todos nosotros habita ese niño interior que a menudo carga con memorias dolorosas, y muy a menudo también, nos olvidamos de jugar con él, de atenderlo. Y perdemos esa risa alocada que solo los niños son capaces de emanar.
Y sin embargo, desde la energía gemelar representada por Pólux y Cástor, siempre es interesante recordar la cualidad inmortal que reside en Pólux, y que por tanto nos explica que en esa búsqueda reside también la capacidad de conversar con el misterio, con la intuición que va más allá del relato lógico.
Así que lo superflúo y lo místico conviven en esta luna llena símbolo de la dualidad que reside en todos nosotros. Aceptar nuestras contradicciones y nuestras dudas. Plantearnos lo aprendido y revisarlo. Para finalmente, dejarnos sentir…
Que podamos aprender, desaprender y reaprender cuántas veces sean necesarias.
Feliz Plenilunio.
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